miércoles, 21 de diciembre de 2011

Tomó sus manos con delicadeza y juntó la frente de ella con la de él. Cerró los ojos, no podía creerse lo que estaba a punto de decir. Le dolía pronunciar aquellas palabras. Sin embargo, tenía que hacerlo, pues no le quedaba otra opción.

-Es hora de que me vaya- Dijo separándose para mirarla a los ojos. 

-Te echaré mucho de menos.

Él la besó, juntando su cuerpo al suyo, abrazándola y negándose a soltarla. Negándose a separarse de ella. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, a él se le hacía imposible verla llorar, se le rompía el corazón. No podía aguantarlo.

-Si me lo pides, me quedaré- Afirmó seguro. Acariciando sus mejillas y secando las lagrimas.

-Dime que no te queda alternativa y que tienes que irte. Dime que decirme adiós es lo más difícil que has echo nunca, pero que tienes que hacerlo. Que seguirás con tu vida, te volverás a enamorar y serás feliz sin mi. Que yo seré capaz de seguir adelante sin ti. Que esto es lo mejor que podemos hacer, y que todo saldrá bien a pesar de que no estemos juntos. Dime que, al igual que yo tú jamás me olvidarás. Pero no dejes tu destino en mis manos, porque te prometo que, seré la persona más egoísta del mundo y te pediré que te quedes. Te necesitaré a cada segundo, te querré siempre, pero tenemos que despedirnos, tenemos que separarnos. Así que vete, queriéndome como me quieres, y si tiene que ser así, algún día volveremos a estar juntos. 

domingo, 18 de diciembre de 2011

Tengo más defectos que virtudes. O quizá solo se ver lo malo, ¿Quién sabe? Nunca he sido perfecta, y nunca pretenderé serlo. Soy despistada, no pierdo la cabeza porque no me es posible. Pero sé cuidar las cosas. Soy demasiado tímida, me sonrojo con rapidez, y cuando me pongo nerviosa suelo tartamudear. Pero lucho por lo que quiero, y si tengo que decir algo, sé decirlo bien. Me cuesta mostrar mis sentimientos. Pero cuando quiero, y cuando lo digo, lo hago de verdad. Mi aspecto, no siempre voy peinada, ni con tacones. No me maquillo, ni llevo la ropa más cara. Pero sé combinar, sé la diferencia entre una bufanda y un foulard. Cada año me prometo a mi misma que adelgazaré un par de quilos. Pero nunca lo cumplo, sin embargo, me quiero a mi misma. Acepto mi físico y no me quejo. Me encanta el orden, pero mi habitación normalmente es una leonera. Me propongo hacer cosas distintas, pero mi vida es una rutina. Mi letra es espantosa, pero mi pasión es escribir. Lo sé, me quedan muchos defectos por decir, pero quien quiera estar en mi vida, los tendrá que descubrir. Pero también aceptarlos, porque así es como soy.
No ha sido un camino de rosas, pero en este mismo instante no desearía estar en otro lugar que no fuera este. Entre tus brazos. No nos lo han dado hecho, ha sido duro pero ha valido la pena. Las noches en vela, las lágrimas, los dolores de cabeza, las peleas… No importan, se desvanecen en el mismo momento en el que me abrazas, me besas, me sonríes, me acaricias… Ahora que estamos juntos, todo es más fácil. El dolor ha desparecido, no existe. A veces, necesitas un motivo por el que seguir adelante, por el que luchar, un motivo para no rendirte. Mi motivo eres tú. Tú eres quien le da dado sentido a mi vida. Tú eres el motivo que hace que este aquí, a pie de cañón.
Tengo un problema. Hasta ahora pensaba que no podía ser feliz sin alguien al lado, que me faltaba algo, que en mi vida faltaba amor. Si, amor. El amor de ese chico al que llevas esperando mucho tiempo y que al llegar cambia completamente cada parte de ti, cambia tu día a día. Lo cambia absolutamente todo. Ese chico que sabe demostrarte lo que siente, que hace que pienses que eres lo más especial, al menos para él. Ese chico que sabe hacer detalles, que sabe como quererte. Pero, me he dado cuenta de una cosa; y es que si espero que aparezca algo así en mi vida, moriré esperando. Esperando a ese chico perfecto que ni siquiera sé si existe. Ahora mismo tengo 16 años, quiero disfrutar. Quiero divertirme con mis amigas, hacer locuras, estudiar, quiero estar con la familia y descubrirme a mi misma. Si algún día conozco a alguien que quiera hacer eso a mi lado, que acepte mis defectos y que me enseñe los suyos, que quiera vivir algo bonito pero imperfecto. Estaré dispuesta a luchar por él si vale la pena. Pero ahora mismo para mi, eso no es imprescindible. 

No todo en esta vida es tan fácil como nos gustaría. Nos hacen daño, nos decepcionan, nos cuesta encontrar nuestro lugar en el mundo. A veces, nosotros también les fallamos a los demás. Les rompemos el corazón igual que nos lo han roto a nosotros. Somos el motivo de lágrimas, de sonrisas, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Hablamos, escuchamos, miramos, sentimos… Y eso no suele ser fácil. Sino todo lo contrario. Querer, odiar, ignorar… Aprender ha aceptar las derrotas, a ganar, a vivir. A salir de los problemas, a vencer los días con nubes. A ser fuertes y disfrutar de la vida aunque eso sea difícil. Porque si, es complicado, muy complicado. Pero no es imposible.
Es demasiado tarde, lo sé. Antes de que me pidas que me vaya, necesito que me des un minuto. Necesito decirte algo. Jamás pensé que perderte pudiera dolerme tanto, ni que te pudiera echar tanto de menos. No pensaba que fuera a ser tan duro alejarme de ti. ¿Sabes? Si hubiera sabido que la última vez que te vería, era la última, hubiera retratado cada rasgo de tu cara, me hubiera grabado en la mente tu manera de andar, de moverte, tu manera de actuar. Si hubiera sabido que el último beso, era el último, no habría dejado de besarte. Y si hubiera sabido que la última vez que hicimos el amor, era la última, no me habría separado de ti, te habría abrazado y no hubiera permitido que te fueras a la mañana siguiente. Si hubiera sabido que el último “te quiero”, era el último, lo habría dicho mil veces más. Y si hubiera sabido que el último baile, era el último, te hubiera pedido un baile más. Así que te pido por favor, necesito para poder irme, para poder decirte adiós… un último baile.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Perder. ¿Sabes lo que es? Seguramente no, precisamente tú, no sabes lo que significa. Quizá, para ti perder significa no llegar a tiempo a coger el autobús, y perder el tiempo llamando a un taxi. Perderte un partido de los Lakers para asistir a cualquier otro partido mejor. Para ti perder a alguien significa no verle más, pero reemplazarle por otra persona y se acabó. ¿Qué problema hay? ¿Verdad? Me gustaría ser capaz de vivir de esa manera, que para mi lo más triste que pudiera ocurrir fuera que se me estropeara la manicura o que en vez de carne tuviera que cenar marisco. Sin embargo, mi vida no es así. Jamás lo ha sido y no puedo pretender que lo sea. Me conformaba con poco, y aspiré a demasiado. No te echo la culpa, pues desde el principio tuve claro la clase de chico que eras, un chico sin preocupaciones, dispuesto a vivir la vida a su manera. Seguramente eso fue lo que más me impactó de ti. Me prometí a mi misma, que no me engancharía, que serías un amigo como cualquier otro. Pero no fue así, entonces me dije a mi misma una y otra vez que solo sería una bonita historia, que acabaría unos meses después y que sería capaz de olvidar en unas semanas. Pero de nuevo me equivoqué. Me enseñaste tantas cosas, y me hiciste sentir de tal manera… que unos simples meses a tu lado para mi no eran suficientes. Pero, para ti si. Me había enamorado de un chico que sentía de una manera distinta, que tenía el corazón cerrado para todo el mundo. Un chico que no permitía que nadie entrara en su vida, no de una manera permanente. ¿Mi error? Fue intentar cambiar eso. Puede, como es típico para ti, ya me hayas substituido por cualquier chica, una nueva, un soplo de aire fresco. ¿Pero sabes que? Que aunque tu ya me hayas olvidado, yo ni siquiera he empezado ha hacerme a la idea de que ya no volveré a verte. De que te haya perdido.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Éramos pequeños. La casa del árbol, una niña con coletas a la que molestar. Te quitaba la muñeca, salía corriendo y te hacía llorar. No era más que un enano buscándote y querientote encontrar. Más tarde, años después. Primaria, el colegio. Y tú, la niña más simpática y popular. Guapa, lista, todo lo que una madre podría desear. Sin embargo, yo era un gamberro fuera de lugar, al cual no hacían más que castigar. El instituto, el mejor partido, la chica más especial. Yo había madurado y volvimos ha hablar. Recordábamos viejas historias riéndonos sin más. Nos graduamos y a la universidad. Nuestros caminos entonces se volvieron a juntar. Compañeros de clase, de estudio y demás. ¿Qué había cambiado? Que aquel niño molesto se había enamorado. Y la niña con coletas no le hacía ni caso. Pero él había aprendido a no rendirse y luchar. Flores, cartas y pequeños detalles que la dejaron sin habla. Y así acabó también la niña de la muñeca enamorada. Acabaron las carreras. Fiestas, celebraciones. Y al altar. Aquellos dos niños del árbol que estaban destinados a estar juntos y  a ser felices como los que más. Comiendo perdices y haciendo su historia realidad.
He cometido errores, muchos. Si, quizá todo el mundo los comete… pero es que yo lo hago el doble. Podéis creerme. Sin embargo, puedo decir que no me avergüenzo de ellos, como muchas personas si que lo hacen de los suyos. No, no estoy juzgando a nadie. Simplemente, los errores que yo he cometido me han servido para aprender, para hacerme más fuerte, para caer y coger fuerza para levantar. Para ser quien soy; Una persona perfectamente imperfecta.


 

Te levantas un día sin ganas de hacer nada, sin intención de hablar con nadie. Te encierras en tu habitación, los cascos, la música y te dispones a desaparecer una vez más. Total, ¿Qué más da? Nadie se da cuenta. No notan tu ausencia y al fin eso es algo que acabas aceptando. Pero no puedes culpar a los demás, pues tú tienes parte de culpa. Tienes que hacerte notar, pisa fuerte, grita si es necesario. Haz que te vean. Y llegará un día en el que alguien no te quitará ojo. Y que para esa persona tu ausencia, será el fin del mundo.
Llegué a un punto en el que pensé que estaba vacía. De golpe, la capacidad de sentir, de llorar, de reír… había desaparecido. Ya no la tenía. No era capaz de reaccionar ante los sentimientos, o tal vez, lo que hacía era ignorarlos simplemente. El miedo no existía, ni tampoco la inquietud ni la alegría. Y mucho menos el amor.

Eso tenia sus ventajas, nadie volvería ha hacerme daño, ni tendría el poder de hacerme llorar. El problema fue, que nadie era capaz tampoco de hacerme sonreír. Cuando pensé que mi vida ya no tenía sentido por ese motivo, porque mi corazón se había congelado… Llegaste tú. Lo cambiaste todo. Fuiste capaz de hacer que mis piernas temblaran, de que mostrara la mejor de mis sonrisas y convertiste ese corazón de hielo en un volcán con lava.

jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Porque nos da tanto miedo hablar? Decir lo que pasa por nuestra cabeza, lo que ocurre en nuestro corazón... ¿Nos asusta hablar de lo que sentimos? ¿O nos da miedo como los demás pueden reaccionar? ¿Tememos confesar que alguien es especial para nosotros? ¿O que esta persona no sienta lo mismo? ¿Enamorarnos? ¿O que se enamoren de nosotros? No es difícil acercarte a esa persona y decirle; me gustas. Lo que es complicado, es tener la capacidad de aceptar la respuesta y la reacción de esa persona ante lo que le acabamos de decir. Ser o no correspondidos. Solemos decir que cada uno es responsable de lo que dice, sin embargo, nos pasamos la vida pensando en los demás y en las consecuencias que nuestras palabras pueden conllevar. Por lo tanto, todos somos un poco responsables de las palabras de los demás, ¿no? Aunque sea de una manera indirecta, a partir de nuestras reacciones. Acción reacción, así es la vida. ¿Mejor mantenernos callados? ¿O dejarse llevar y dejar la responsabilidad de todo a un lado? Yo, personalmente opto por lo primero. A partir de ahora, me declaro muda. Lo sé, soy una cobarde.

martes, 22 de noviembre de 2011

Desde un principio debería haber tenido claro que tarde o temprano, todo terminaría.  De alguna manera, se había echo a la idea. Sabía que no sería fácil volver a la rutina después de aquel verano, pero no esperaba seguir sintiendo todo aquello todavía. Estaba sentada en la última fila del aula, el profesor dictaba algo que ella ni siquiera escuchaba. No paraba de dar vueltas una y otra vez a cada momento, a cada detalle, a cada escena… Había vivido una película. Una historia de amor durante las vacaciones, que en Septiembre tenía que acabar. No, no lo había planeado y ella había sido la primera sorprendida, pero había decidido vivirlo. Disfrutarlo y no preocuparse por las consecuencias que aquello le conllevaría, consecuencias que en aquel momento, estaba sufriendo. Las imágenes pasaban por su cabeza, reproduciendo una y otra vez cada instante. Aquella fiesta en la playa, aquel primer baile. La invitación a cenar, el restaurante, la música. La fogata, el primer abrazo, el primer beso. El día de pesca. Aquel amanecer y aquellas bellas palabras. El calor, la cama de él, las caricias, la ternura. El campo, el picnic. Su viejo descapotable, el cine al aire libre. La despedida... Las lágrimas empezaron a acudir a sus ojos. Tanto él como ella habían acordado dejarlo allí, olvidarse de los sentimientos y después de aquel verano, seguir cada uno con su vida. Pero, ella no podía. No era capaz. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Como podía imaginar que no existía, si no podía parar de pensar en él? ¿Cómo podía olvidarle si su corazón no se lo permitía? ¿Si su cabeza no paraba de recordarlo? ¿Cómo podía haberse enamorado en tres simples meses?

domingo, 20 de noviembre de 2011

“I was born to be somebody, and nothing will never gonna stop me”. Estaba tumbada en su cama, con los auriculares y con la música a todo volumen. ¿Se había rendido? Así era. Siempre había luchado por su sueño; Cantar. Pero sentía que nada había valido la pena. ¿Por qué? Porque si fuera así, estaría encima de un escenario, y no en su casa un sábado por la noche. Claro que era consciente que no lograría nada allí estirada, pero no tenía fuerzas para seguir derrumbándose, cayéndose ni tropezando. No aguantaba más aquel vacío en el pecho que sentía cada vez que era rechazada en una audición. Ni las noches que se pasaba en vela pensando en que debía mejorar. O que canciones debería cantar para gustar más a los jueces de las pruebas. Sus ojos empezaron a llenarse de lagrimas, ella era capaz, pero… En aquel momento sonó su móvil, un SMS. Una sonrisa se dibujó en sus labios, se levantó sin pensarlo dos veces, se arregló y salió por la puerta. Dispuesta a brillar.

Todo estaba oscuro, no podía ver nada. Escuchaba la respiración y los susurros de la gente. La expectación reinaba en el ambiente. El corazón le latía a mil por hora, estaba nerviosa; sin embargo, la emoción le recorría por todo el cuerpo. En aquel instante el foco se encendió y la gente empezó a aplaudir y a gritar con fuerza. Su mano se colocó con cuidado encima del micro y empezó ha hacer lo que mejor sabía. La gente bailaba, saltaba, cantaba y gritaba su nombre. Allí, encima del escenario se sentía bien, como si estuviera en una nube, a metros y metros del suelo. Terminó la canción, y empezó otra. La gente quería más, y ella estaba encantada de ofrecerles todas las canciones que ellos quisieran. Entonces, entre la gente, entre la multitud le vio. Allí estaba él, entre el publico. No pudo evitar recordar aquel mensaje: “Amor, rendirte no se te da bien. Levántate de la cama, quítate el pijama y sal ha hacer lo que tienes que hacer. Hay algo que todavía tienes pendiente, tienes que demostrarles a todos lo muchísimo que vales. Puedes conseguirlo, no estás sola. Tú y yo… siempre contra el mundo, ¿recuerdas? Te quiero” Esas palabras habían sido el motivo por el cual no se había quedado aquella noche de sábado encerrada en su habitación. Y gracias a ello había conseguido cumplir su sueño, había echo realidad el mayor de sus deseos. Con él había luchado, con él había cumplido su destino; porque ella, había nacido para ser alguien, y gracias a él, nada la había detenido.

domingo, 13 de noviembre de 2011

No tengo ganas de seguir fingiendo que estoy bien. Me he cansado de sonreír para ocultar que tengo el corazón roto y que por dentro me siento muy mal. Me gustaría seguir con esta obra de teatro, en la cual hay un final feliz. Pero, la vida real no es así. Dejaré que las lagrimas se derramen por mis mejillas, una vez derramadas, olvidaré, suspiraré y lucharé. Recogeré los miles de pedazos en los que mi alma se partió al verte desaparecer. Cogeré de mi cuaderno las hojas usadas para hacerlas pasadas. Un papel nuevo, una hoja blanca y de nuevo a escribir. Entonces si, podré seguir adelante con una sonrisa que sea de verdad. Haciendo sueños realidad.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Recuerdo aquel primer beso. Aquel inesperado, pero perfecto beso. Recuerdo la ropa que llevaba yo, la ropa que llevabas tú. Como me sentí y lo que pasó en aquel preciso instante por mi cabeza. Jamás podría olvidarlo. Recuerdo la música que sonaba, el olor de tu casa, el tacto de tu sofá. Recuerdo lo nerviosa que estaba, como me temblaban las piernas y el nudo que tenia en la garganta. Lo callados que estábamos los dos, el sonido de la lluvia en el exterior, y la luz de la chimenea delante de nosotros. Recuerdo como me levanté para ir a por un vaso de agua, y recuerdo también como me tomaste del brazo, haciendo que cayera en tus rodillas y que mis labios se juntaran con los tuyos, en un beso. En un dulce y precioso beso. A partir de ahí te convertiste en lo mejor que había tenido, en lo más importante de mi vida. Cada momento que pasaba a tu lado, hacía que todo lo demás desapareciera. Solo existíamos tú y yo. Los primeros meses pasaron, y pensaba que nada podía ir mejor. Pero no fue así, tú hiciste que lo fuera. El primer viaje juntos, lo especial que fue. Paris, la ciudad de la luz, de la moda y del amor. Si, éramos dos enamorados. ¿Cómo quieres que no lo recuerde? Tú has sido y serás siempre el primero. El amor de mi vida. Pero hay un pequeño detalle que no podemos olvidar, un problema que no tiene ninguna solución. Nada dura para siempre, todo llega a su fin algún día. Por mucho que no nos guste, las cosas son así. Es cierto, fueron los años más felices de mi vida. Pero… ¿Y que? No puedo pretender que ese sea mi destino cuando no lo es. Ha llegado la hora de dar un paso adelante y de pasar página. Tengo que dejar que todos esos momentos se conviertan en eso, en bonitos pero simples recuerdos.

lunes, 7 de noviembre de 2011


Se sentó en las gradas, el partido ya había empezado. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué había accedido a asistir? Aquella, sin duda alguna, era la peor decisión que había tomado en mucho tiempo. Lo único que estaba consiguiendo era hacer los pedazos en el que se había roto su corazón, en trozos más pequeños. Primera parte, de momento iban ganando. La gente gritaba una y otra vez a cada canasta, animando a los jugadores. Se arrepintió al instante de no haber aprovechado la mañana para adelantar deberes o para ir a comprar. Ella y su manía de hacerse daño sin necesidad, de permitir que incluso los demás se lo hicieran. Descanso. No, había sido un error, tenía que irse de allí.

Entonces él la vio. No podía dejar que se fuera, no de aquella manera. Para él era complicado. No era fácil decir lo que sentía, ni tampoco demostrarlo. A consecuencia de ello la perdería. No, no era tan fácil como el baloncesto. En la pista, él controlaba la pelota, esquivaba a los demás jugadores hasta llegar a la canasta, apoyado por sus compañeros. Sin embargo, en la vida real, en el campo sentimental no era igual. Pero no pensaba rendirse. Salió corriendo, saltando la valla y parándole el paso. Ella le miró sorprendida- ¿Qué haces? Estas en mitad de un partido, un partido decisivo. Tu equipo te espera, al igual que el público- Le dijo- No puedo seguir si te vas, si decides salir por esa puerta, el partido se ha acabado- Ella no sabía que decir, se había quedado sin palabras- Mira, tú eres el partido que más me ha costado ganar, pero también el que más me ha valido la pena. No pienso dejar que te rindas. No voy a dejar que abandones - Dijo con una sonrisa. La tomó de la cintura y la acercó a él. La besó, y toda la grada empezó a aplaudir.

domingo, 6 de noviembre de 2011


Estaban en un cualquier portal, de cualquier edificio. Se había puesto a llover justo en aquel momento. Ambos se reían, no llevaban paraguas y habían tenido que correr para llegar sanos y salvos a un sitio seco, al menos un poco. La miró a los ojos, todavía sonreía. Que guapa era. Nunca se hubiera imaginado que todo aquello terminara así. Que la tuviera a su lado, que la quisiera como la quería. La tomó de la mano y se detuvo en mitad de la calle. Ella le miró con los ojos abiertos, no entendía nada, nada en absoluto. -¿Que haces? ¿Te has vuelto loco? Está lloviendo. Nos vamos a empapar. -Uno de tus sueños es un beso bajo la lluvia. Mi sueño es cumplir los tuyos- La besó. No les importaba el agua, ni que se estuvieran mojando de arriba a bajo, ni que seguramente al día siguiente ambos estarían resfriados a mas no poder. No les importaba que fuera de noche, ni que los coches pasaran y les miraran como si la locura se hubiera apoderado de ellos. Estaban allí, los dos juntos. Y eso fue lo único que les importó. -¡Te quiero!- Le susurró él con una sonrisa. Y la abrazó con fuerza.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

No era un buen día. No era una buena semana. Los últimos exámenes no habían ido como esperaba, y para colmo, no lograba olvidarse de él. Tenía el corazón roto. Llevaba todo el día con ganas de llorar, pero eso ya no era nada nuevo. Se había convertido en una rutina. No tenía ganas de hacer nada, su vida se había basado aquellas semanas en salir de casa al Instituto, del Instituto a la Biblioteca, de vez en cuando, y de nuevo a casa. Había estado evitando a sus amigos, pues no tenía ganas de hablar sobre lo ocurrido, y mucho menos quería que nadie se lamentara por ella, eso era algo que podía hacer ella misma.

Por fin lo que llevaba esperando des de las ocho de la mañana, el timbre que daba por terminadas las clases. Salió y empezó a dirigirse a casa sin hablar con nadie, sin esperar a que nadie la acompañara, prefería estar sola, en su mundo. No, todavía no se lo podía creer. Se había negado a si misma la idea de haberle perdido. Pero también tenía claro que no tenía más remedio que superarlo. Lo echaba de menos, mucho. Sentía un vacío en el pecho, como si de golpe, le hubieran arrancado todo lo que tenía dentro. Su cabeza no paraba de dar vueltas una y otra vez al porque de todo, y si hubiera podido cambiar las cosas en aquel momento o no. Quizá si, ¿quién sabe? El hecho es que ya no podía volver atrás. Estaba a punto de ponerse a llorar cuando la vecina la paró al final de la calle. Le pedía ayuda con un par de bolsas que quería tirar a la basura, con una sonrisa fingida rápidamente le echó una mano. Se despidió lo antes posible y se dispuso a llegar hasta su portal sin más distracciones, pero eso no fue posible.

En aquel instante el corazón se le paró. Se quedó sin aliento. Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, ya no aguantaba más. No podía evitarlo. Sacó la voluntad de andar un par de pasos más para comprobar que era cierto, que estaba allí. Que no lo estaba soñando. ¿Y si eran imaginaciones suyas? ¿Estaba volviéndose loca? Cuando estuvo a escasos centímetros de él se paró para mirarle a los ojos. No, no era ningún delirio, ni tampoco ninguna proyección, estaba allí. Delante de ella.

-Tienes delante al idiota más grande que existe en este mundo- Dijo mirándola.

-No me lo puedo creer- Logró pronunciar ella- Estas delante de mi portal, montado en tu moto... Te fuiste y de nuevo estás aquí. ¿Y lo único que vas a decirme es que eres idiota? Porqué eso es algo que he podido comprobar, ¿sabes?

Se acercó a ella y con cuidado le acarició la mejilla- Te quiero.
-Eso está mejor- Respondió ella con una sonrisa.

viernes, 28 de octubre de 2011

Estoy cansada de oír que las ilusiones se las crea siempre uno mismo. Si, no digo que eso no sea verdad, solo defiendo que no en todos los casos se puede aplicar esa norma. Personalmente, puedo asegurar que soy una persona que se hace esperanzas sin partir de ninguna base, pero esta última vez; no ha sido así. Las palabras dulces han existido, las conversaciones están ahí, las caricias y el interés, no han sido invención mía. ¿Estabas jugando? ¿Lo hacías para pasar el rato? Eso no tiene nada que ver. No me niegues que eso ha ocurrido, no me culpes de haberme ilusionado demasiado, porque tú, precisamente tú, has provocado todo eso. Las consecuencias vienen después. ¿Ahora hay otra? ¿Te has cansado? Me parece muy bien. Pero admite que ha habido un interés por tu parte. Que no ha sido todo una imaginación, y mucho menos que yo he exagerado las cosas. Estoy dispuesta a aceptar que he sido una estúpida, una ilusa y que todo esto ha terminado. Estoy dispuesta a aceptar que me he equivocado, y que quizá yo tuve parte de culpa por haber creído a ciegas. A lo que no estoy dispuesta es, a hacer como si nada de esto hubiera existido, y mucho menos a pensar, que no tenía motivos para creer en ti, para creer en nosotros.

jueves, 27 de octubre de 2011

- Lo siento, pero no aguanto más. Esta situación puede conmigo. Pensaba que era fuerte, que podía con esto y más, pero no. Durante toda mi vida, me he acostumbrado a no ser nadie, a pasar desapercibida para todo el mundo, a no llamar la atención. Hasta hoy, eso me bastaba, ¿Sabes? 

- ¿Entonces? ¿Cual es el problema?

- ¿Que cual es el problema? ¡Tú! ¡Tú eres el maldito problema! No me importaba ser invisible, eso a veces, tenía sus ventajas... Podías ser tú misma sin avergonzarte, total... ¿Que más daba? La gente no perdía el tiempo contigo, no sabía ni que existías. Entonces, llegaste tú y cambiaste todo lo que había aprendido, cambiaste toda mi vida... Me empezó a importar el echo de que nadie se fijara en mi, por un simple motivo, solo por un único motivo.

- ¿Que motivo?

- ¡Tú! Ese era el motivo, necesitaba que te fijaras en mi. Pero no lo hacías. Me compré ropa nueva para estar más guapa, empecé a maquillarme, me pasaba horas y horas delante del espejo para estar perfecta para cuando te tuviera delante, para impresionarte. Pero nada, tú no me veías... ¿Y ahora? Ahora que he decidido que todo esto no vale la pena, que quiero desaparecer de verdad... Vas tú y... de nuevo lo quieres cambiar todo. 

- ¿Como puedes pensar eso? ¿A caso no te dabas cuenta? Desde el primer momento llamaste mi atención. Puedo decir mil cosas de ti, porque te conozco. Sé quien eres. Cada mañana, llevas los auriculares a todo volumen, y nunca vas a ningún sitio sin tu ipod. Tu pelo, tu pelo es rebelde. Puedes intentar peinarlo, que él se colocará como le de la gana, ¿Pero sabes que? No importa, porque estas todavía más guapa así. No necesitas maquillaje para estar preciosa, pues lo estás de todas formas. ¿Uno de tus sueños? Viajar a Londres. Es algo que siempre has querido hacer. Te encantaría tener una consulta para ayudar a los demás con sus problemas, para aconsejarles y para ayudarles a seguir adelante. Siempre, siempre antepones a los demás a ti. ¿Lo mejor de todo? Que no te importa, porque eres así. Tus ojos, me vuelven loco... Con solo mirarme puedes hacer que me quede sin aliento. Y cuando sonríes, parece que mi corazón vaya a estallar... ¿Sabes porque? Porque tú, eres a la única chica a la que puedo ver.
No te entiendo; Ahora te quiero, ahora no te quiero. Ahora me acerco, ahora me alejo. ¿Que estás haciendo? Jamás he tenido, ni tengo la intención de reprocharte nada. Es cierto, no somos nada, pero pensaba que entre tú y yo había algo especial. Por lo visto, me equivoqué. Pensaba que te conocía, aunque fuera solo un poco, pero no. No sé quien eres. Cada detalle al que le había dado importancia, ahora ha perdido todo su valor. Si, me gustabas, me gustabas mucho... Pero me gustaba lo que eras antes, no lo que muestras ahora. Quizá malinterpreté las cosas, ¿quien sabe? No voy a ser la otra, no voy a ser un pasa tiempo, ni tampoco vas a romperme el corazón si eso es lo que pretendes. ¿Te aburres? Pues juega a la oca. Porque a mi tenerte, no me toca.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Cerró los ojos. Sin darse cuenta, las imágenes empezaron a aparecer en su mente, a reproducirse como si se tratara de una película; ¿Cual era el argumento? Aquellos últimos meses. Recordó la primera tarde, había sido tan inesperado… No se conocían, pero habían empezado hablar como si nada. Sin preocupaciones, se habían contado tantas cosas… Habían hablado de tantos temas… Entonces recordó la primera cita, un par de coca colas en un bar cualquiera. ¿Qué más daba? Lo importante era que estaban allí, ellos dos, juntos. Se había reído tanto… Después de aquella cita vino otra, y luego otra, y luego otra. Podían hacer cualquier cosa. En aquel momento recordó el primer mensaje, aquel mensaje que había echo que se sonrojara y se pusiera tan tonta; “Se que acabo de pasar la tarde contigo, ¡pero ya te echo de menos…!” Al leer aquellas palabras, el corazón le había dado un vuelco. Él, era tan especial, se había convertido en una persona tan importante… Y cuando pensaba que nada mejor le podía pasar, le pasó. Se le declaró. Había visto mil películas románticas, miles de escenas de amor, pero nada podía superar aquella noche, la recordaba perfectamente; La había llevado a un concierto, nunca había escuchado a aquel grupo, pero le había gustado, le había parecido muy bueno. A la tercera canción, el cantante se dirigió al público; Jamás he visto a un chico tan enamorado. Os puedo asegurar que no soy de esos que cree en el amor, y mucho menos en los finales felices. Pero este chico, quiere declararse por todo lo alto, quiere demostrar sus sentimientos a la chica de sus sueños. Y así lo hará, de la mejor manera posible. Dedicándole una canción, ¿Qué mejor forma que expresarse, que la música? En aquel momento un foco se poso en ellos. Y la canción empezó a sonar. Él la miró con una sonrisa en la cara, la tomó de la cintura y la besó. Los meses pasaban, y lo que estaba viviendo, era mejor que cualquier sueño. Pero nada dura eternamente, ni los sueños. Y ella, se despertó de golpe y con un jarrón de agua fría. En aquel mismo instante abrió los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas. Todo había terminado, así, sin más. Le echaba de menos. Pero, no podía seguir viviendo de los sueños.

martes, 25 de octubre de 2011

La detuvo. Con cuidado, pero firme, la tomó del brazo. La miró a los ojos, los cuales derramaban lagrimas. Agachó la cabeza. Había sido un idiota. Tiró un poco de ella para acercarla y la abrazó. ¿Que había echo? Se lo había buscando, sin embargo, no estaba dispuesto a perder lo que más le importaba en el mundo. Con suavidad alzó su barbilla, era tan guapa... incluso cuando lloraba. Ella, ella había cambiado su vida por completo. La había conocido por casualidad, un error que había juntado sus destinos. Él, había sido tan tonto... La había vuelto completamente loca. Ahora si, ahora no. Ahora te quiero, ahora no. Ahora me acerco, ahora me alejo. Pero... se había dado cuenta en el momento oportuno. A partir de aquel momento, no podía vivir sin ella. No, no era perfecta, como todo el mundo, tenía sus defectos. Pero, aquello era lo que la hacía especial. Sus mejillas seguían empapadas, y eso le rompía el corazón. Había sido su culpa, otra vez. No había sido capaz, al menos hasta aquel momento, de hacer las cosas como debía. Todo lo que sentía, tenía que demostrárselo, tenía que recordarse-lo cada día, pero no lo hacía. Tenía tantas cosas que decirle... Sin embargo, al tenerla delante se quedaba completamente en blanco, sin saber que decir. De nuevo, en el momento oportuno se dio cuenta; Iba a perder-la. Acarició con suavidad su piel, la miró fijamente a los ojos y le mostró una sonrisa. Dio un paso adelante, acercándose un poco más a ella, y la besó en los labios. Un ligero beso que decía todo lo que siempre había callado. Se separó un instante- Eres el amor de mi vida- Ella le miró a los ojos, y entre lagrimas, esta vez de emoción, sonrió. Sus labios de nuevo se unieron. Aquello le había demostrado mucho más, que cualquier frase que pudiera pronunciar.

lunes, 24 de octubre de 2011

Lo siento, pero no estoy a la altura. Tu mundo y el mío, son completamente distintos. La gente que te rodea, parece ser perfecta. Yo no lo soy, y eso es algo que asumí hace mucho tiempo. No, tampoco espero serlo nunca. Sé perfectamente que no siempre voy bien peinada, ni que cada día tengo una sonrisa en la cara. No me paso horas delante del espejo maquillándome. Ni siquiera sé andar con tacones. Para mi, eso no tiene importancia, para tu mundo en cambio, si. Tu vas de un lado para otro, viajas por todo el mundo, una semana estas en Londres, la semana siguiente estás en México, y la siguiente en Liverpool. Yo, yo jamás he cogido un avión. Esas no son las únicas diferencias que nos separan, hay muchas, muchas más que podría nombrarte. Pero, haría perder tu valioso tiempo, y es algo que no quiero que hagas más. Tú puedes aspirar a alguien mejor, alguien de tu nivel. Yo… yo no soy de tu mundo, y por mucho que quieras, jamás lo seré.

¿Crees que dejaré que te vayas? ¿Así? Quizá tienes razón. Tengo una vida que muchos desearían. Pero, mi mundo no es perfecto. No lo ha sido al menos hasta que has llegado tú. Si, eres distinta. Distinta a todo lo que yo estoy acostumbrado, pero ese pequeño detalle es el que me hace quererte.

Su mirada se clavó en mí. Una mirada penetrante, una mirada que hasta me causaba dolor, más del que ya sentía- Lo siento- Oír su voz hizo que los pelos se me pusieran de punta- No sé cuántas veces he llegado a oír eso- Dije con la voz ronca, me había pasado una tarde entera llorando, tenía los ojos rojos y me había costado una barbaridad poder decir palabra, es más, no entendía como ahora podía hacerlo- Sé que la he cagado, sé que no merezco que me perdones, ni que me mires, ni que me hables, pero por favor… Escúchame- Le había escuchado tantas veces, había oído tantas veces como me pedía perdón por lo que había hecho, le había escuchado tantas veces lamentarse, que no soportaba hacerlo una vez más, simplemente, ya no le creía. Tiritando coloque el ipod en el bolsillo de mi chaqueta. Con las piernas temblando me levanté, no estaba convencida de que fueran capaces de sujetarme por mucho tiempo, pero debía intentarlo- Lo he hecho demasiadas veces, te he escuchado demasiadas veces, te he perdonado demasiadas veces, no puedes pedirme que lo haga otra vez, no puedes pedirme que vuelva a hacer como si nada, no puedes pedirme que lo olvide, no puedes-Dije con las lágrimas de nuevo en los ojos. Suspire, esperaba que fuera una manera de calmarme, de relajarme aunque fuera solo un poco. Di media vuelta y empecé a andar- No puedes dejar que esto termine, no puedes dejar que lo nuestro se acabe así- Me acusó chillando. Me pare en seco. ¿Me estaba acusando? Me gire de nuevo, él se acercó, había unos tres pasos entre los dos- No dejes que este sea nuestro final.- Estaba sorprendida, no me podía creer lo que me estaba diciendo, él nunca me había querido, nunca me lo había demostrado, nunca me lo había dicho, y me estaba acusando de dejar que nuestra relación llegara a su fin- El final de esta historia lo has escrito tú, no yo, es más, esta historia ni siquiera ha tenido un principio, para ti, nuestra relación era como un borrador, lo tirarías en cualquier momento, cuando te cansaras de escribir. Mírame a los ojos, mírame a los ojos y dime que no puedes soportar la idea de que me vaya, mírame y dime que jamás podrás vivir sin mí. ¡Vuelve a mentirme mirándome a la cara!- Grité. Estallando de una vez. Llorando como no lo había hecho antes. Con rabia. Quería irme, pero mis piernas estaban clavadas en la arena. 

domingo, 23 de octubre de 2011

Escribir. Escribir sobre cualquier cosa. Sobre un paisaje. Sobre un sentimiento. Sobre una situación. Escribir sobre algo que has visto, o sobre algo que te han contado. Escribir sobre algo que pasa por tu cabeza sin más. Escribir sobre lo que una imagen te transmite, o la historia que te imaginas al ver esa fotografía. Escribir sobre lo que querrías decir, pero no te atreves. Escribir sobre lo que has dicho sin saber de donde has sacado el valor. Escribir sobre lo que sueñas. Sobre lo que te gustaría que algún día ocurriera. Escribir. Escribir sobre una persona, sobre un ídolo. Escribir sobre el pasado. Sobre el presente. Escribir sobre el futuro. Escribir para sentirte mejor. Para desahogarte. Para hablar sin que nadie te juzgue. Escribir porque quieres. Porque lo necesitas. Escribir. Escribir para explicar. Para hablar. Escribir para recordar. Escribir para olvidar. Escribir porque es tu pasión.

¿Un sueño que espero cumplir? Ser periodista. Escritora. No suelo decir que eso es lo que se me da bien, porque no es algo que hago por puro aburrimiento. Escribo por todo lo que he dicho antes. Cada persona tiene una manera de expresar lo que siente, lo que le pasa por la cabeza... Si, lo más común es hacerlo hablando. La mejor manera que yo tengo de expresarme, es escribiendo.


sábado, 22 de octubre de 2011

Aquel sería el día más feliz de toda su vida. La gente no hacía más que ponerla nerviosa, sin embargo ella, intentaba mantener la cabeza despejada, intentaba mantenerse tranquila. Todo había sido tan rápido… Excepto aquellas últimas semanas, acabando de prepararlo todo, había sido duro, pero al fin estaban allí. Su padre estaba a su lado, tomándola de la mano con fuerza, transmitiéndole seguridad. Escuchó la música sonar y un poco más y se desmaya. Había llegado el momento, su momento. Las dos grandes puertas se abrieron de golpe, y todo el mundo se giró para mirarla. Pero ella no le dio importancia a eso, sus ojos se posaron en él. En la cara de tonto que se le había puesto al verla. Aquel momento hizo que se diera cuenta de muchas cosas; De lo mucho que le quería, de todo lo que le hacía sentir… Se había dado cuenta de que había encontrado a la persona por la cual valía la pena cualquier cosa. La persona que le había dado sentido a su vida se encontraba allí, de pie junto a ella, mirándola con aquellos ojos que hacían que todo lo demás se desvaneciera. Llegaron al final del pasillo y su padre, después de darle un ligero beso en la mejilla, se sentó en su lugar. Él se acercó a ella y la tomó de las manos. Suspiró. Estaba preparada para el “Si, quiero”.

viernes, 21 de octubre de 2011

Lo siento, pero tenemos que hablar. Si, sé que eso no es buena señal, pero... ¿Que le vamos ha hacer? A estas alturas, deberíamos saber que nada en esta vida es perfecto. Verás, en poquísimo tiempo lo cambiaste todo, pusiste mi vida patas arriba. Hiciste que mi mundo fuera de una forma totalmente distinta; Hiciste que me enamorara de ti. En aquel momento era la chica más feliz del mundo. Recuerdo que la sonrisa no se borraba de mis labios y que no podía sentirme mejor. La alegría vivía en mi. Y de golpe, todo se desvaneció. De la noche a la mañana todo había dado un vuelco de nuevo. Tú habías cambiado, y yo también. Terminamos con la típica frase de: "Podemos ser amigos" Pero ambos sabíamos que eso no era verdad. ¿Sabes lo peor de todo? Lo peor de todo, es que... Te echo de menos... Si, echo de menos a aquel chico que hacía sentirme especial. Echo de menos sus manos, aquellas manos que me acariciaban con dulzura, y que me hacían sentir muy delicada. Echo de menos sus labios, sus besos, aquellos besos que me volvían loca. Echo de menos su voz, aquel tono en el que pronunciaba mi nombre. Echo de menos sus abrazos, aquellos abrazos que me hacían sentir protegida. No, no he aprendido a no verte cada día, y tampoco negaré que cuando suena mi teléfono espero que seas tú el que me llama. No pienso mentirte diciéndote que lo he superado y que vuelvo a ser la misma de antes, porque no es verdad. Estoy cansada de fingir, así que lo diré alto y claro una vez más para que me entiendas. Te echo de menos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Prometí que no derramaría más una lagrima. Prometí que nunca más nadie me rompería el corazón. Y prometí también que sería fuerte, pero... ¿Como pude pensar que esta vez sería distinta? ¿Porque pasó por mi cabeza que las cosas podían ser diferentes? Soy una ilusa por pensar que por fin las cosas me podían salir bien. He comprobado que los finales felices existen, para los demás, pero no para mi.  

sábado, 15 de octubre de 2011

No sé muy bien por donde empezar. Tengo tantas cosas que decirte... Sin embargo, no me salen las palabras correctas, no consigo explicarme. Siempre has tenido ese poder, siempre has tenido la capacidad de hacer que me quede en blanco nada más pensar en ti. Pensarás que lo mejor que puedo hacer es empezar por el principio, pero no puedo hacerlo ya que no sé cuando empecé a enamorarme de ti. Cuando te conocí pensé que estaría bien divertirse, que podríamos pasarlo bien sin ningún tipo de compromiso. Pensé que simplemente serías una chica más en mi lista de ligues, una chica a la cual solo vería durante una semana y luego me olvidaría hasta de su nombre. Se que no tengo excusa, pero siempre he sido así. Nunca me he llegado a enamorar porque me negaba a creer que yo fuera capaz de sentir algo así. Mi vida ha sido siempre igual, he estado siempre solo y no me ha importado hasta ahora. Sé que no he estado a la altura, que no he sido capaz de decir lo que sentía y que eso te ha echo daño, pero créeme, no era mi intención. Me gustaría que no fuera tarde para decirte que no puedo olvidar tus besos, esos labios que me volvían loco. Esos ojos que tan bien me comprendían. Esas caricias por las mañanas. Me gustaría que no fuera tarde para decirte que sin que me diera cuenta te convertiste en mi vida. Pero, el problema es que lo es. Es demasiado tarde para todo eso. Mañana cogeré un avión para ir a Londres, quiero desaparecer para que tú puedas ser feliz, porque sé que si sigo en tu vida, jamás llegarás a serlo, y eso me mata por dentro. Si, espero que olvides que te quiero. Y espero también que rompas esta carta nada más leerla, para que así, puedas olvidarte de mi. Te mereces lo mejor, y yo precisamente... No lo soy. 

martes, 11 de octubre de 2011


Si pudieras estar en cualquier lugar ahora mismo, absolutamente en cualquier rincón del mundo… ¿Dónde te gustaría estar? ¿Qué te gustaría estar haciendo en este momento? - Cerré los ojos y suspiré – Me gustaría… que fuera invierno, que hiciera bastante frío. Iría con gorro y bufanda, y con una de estas chaquetas de cuero que me gustan tanto. Si. Supongo que primero daría un paseo, por cualquier parque, observaría a la gente pasar y yo le daría vueltas una y otra vez a todos los problemas que tengo metidos en la cabeza. Pensaría en ellos hasta que me doliera la cabeza… Entonces, cogería mi moto, me pondría el casco y arrancaría. Sin pensar en llegar tarde a ningún sitio, ni tampoco que se me esta olvidando hacer. No, no pensaría en nada. Aceleraría, si, hasta que el viento chocara en mi piel, hasta que no pudiera escuchar nada más, nada, solamente el ruido provocado por la moto. Así, así dejaría que el viento se llevara mis problemas, que estos volaran y no volvieran. Me sentiría bien, sin preocupaciones, sin distracciones… Me sentiría libre.

domingo, 9 de octubre de 2011

Mis manos le rodeaban. El aire chocaba suavemente en mi cara, el casco no me la cubría entera. Tenía un poco de frío, pero no me importaba, no me importaba en absoluto. Aceleró la velocidad de la moto, le abracé entonces con más fuerza. Por el retrovisor pude ver como sonreía, y aquello provocó que yo sonriera también. Si, su felicidad era mi felicidad, su mirada era mi mirada, y su sonrisa provocaba la mía. Jamás había sentido nada parecido, y tenía miedo, sin embargo, tenía muchas ganas de afrontarlo todo, afrontarlo todo junto a él. Muchas veces pasaba por mi cabeza que no estaba a su altura, que no le merecía. Pero él hacía desvanecer de mi mente cualquier cosa con tan solo darme un beso, con tan solo pronunciar mi nombre, o simplemente con mirarme directamente a los ojos. Él, hacía que me sintiera afortunada por tenerle, me hacía sentir especial y segura.  Y, aquella noche me demostró que él se sentía afortunado también, solo por tenerme a mí.
 
De golpe, y por mi sorpresa, empezó a gritar, a chillar a todo el que pasaba por la calle- ¡Que lo sepa el mundo entero! Que ella es la chica, mi chica! ¡La quiero, más de lo que puedo soportar! ¡ Más de lo que podría haberme llegado a imaginar! ¡ La quiero con sus defectos, y también con sus virtudes! ¡ Porque para mí es perfecta! ¡Ella es lo más grande, lo más importante! ¡Ella es la chica de mis sueños!- Me quedé sin palabras, no sabía que decir. Mis ojos empezaron a brillar, y las lágrimas querían abrirse paso. Intenté retenerlas, pero fue imposible; La persona que hacía que mi vida tuviera sentido, acababa de demostrarme que era más afortunada de lo que pensaba.


[Gemma y Aleix] 

jueves, 29 de septiembre de 2011

Dallas, Texas, Estados Unidos; 20 de agosto de 1992. La mayoría de las personas que lean el nombre de este lugar, pero sobre todo, esa fecha, no entenderán nada. Quizá, lo más probable es, que cuando explique porque significa tanto para mi, seguirán sin comprenderme lo más mínimo. Pero, eso es algo que no me importa, no me importa en absoluto. Aquel día, nació para mi una persona muy importante; Demetria Devonne Lovato Hart más conocida como Demi Lovato.


¿Habéis tenido un ídolo? ¿Uno de verdad? Quien de verdad lo haya tenido, me entenderá. Muchas veces me juzgan, me echan en cara que defienda, que admire y que quiera a una persona a la cual, no conozco. Pero es que... es mucho más que todo eso.


La historia de esta chica, ella, me ha demostrado más que muchísima gente a la que veo cada día. Muchos me repiten una y otra vez; No la he visto en tu vida. No la conoces. No, quizá no, pero ella, me ha demostrado que lo más importante en tu vida, eres tú. Que luchando, puedes conseguir cualquier cosa que te propongas. Me ha demostrado, que se puede salir de un agujero negro, mientras creas en ti. Que puedes salir adelante después de cualquier golpe. Que siempre te puedes levantar después de caer. Nada es imposible, y eso me lo ha enseñado ella. Sin dirigirme ni una sola palabra, me ha enseñado ha ser fuerte, a superar cualquier obstáculo, a no derrumbarme a la primera, a creer en la felicidad. Me ha enseñado a no tener vergüenza de ser uno mismo, y me ha demostrado que no ser perfecto, no es nada malo. 

Muchos no creerán en mis palabras, o pensarán que estoy loca; Pero ella para mi, es un ejemplo a seguir. 

Me gustaría llegar a ser algún día, la mitad de fuerte que es Demi. Me encantaría, poder decir que me parezco a ella, aunque solo sea en el blanco de los ojos, para mi eso, ya sería un placer. Porque a pesar de lo que digan los demás, a pesar de lo que piense la gente; Para mi, Demi Lovato, es la más grande.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cuando empece a sentir lo que siento por ti, queriendo o sin querer, impuse tu felicidad a la mía. Me aseguré a mi misma, que si tú eras feliz, yo también lo sería. No, quizá no era, ni es, lo más justo... pero, tampoco tengo otra opción. Verás, yo nunca había estado enamorada de nadie, jamás había sentido nada de eso, sin embargo, ahora puedo describir perfectamente, lo que es, lo que se siente, y las consecuencias de "el amor no correspondido". Como he dicho al principio, antepones la felicidad de la otra persona, aunque no sea junto a ti, sino junto a otra. Te alegras por él aunque eso a ti, te duela en lo más profundo del corazón. Escuchas hablar de ella, de sus discusiones, de sus citas, de sus besos... y escuchas una y otra vez esa manera, ese tono de voz que se le pone a él cada vez que habla de ella. ¿Porque? Porque tú solo llegarás a ser eso, la amiga que escucha y comprende. Y más de una vez, desearías estar en su lugar, en el lugar de esa chica que le hace enloquecer, de esa chica que le puede enamorar.


sábado, 24 de septiembre de 2011

No, hoy no voy a escribir sobre ninguna chica enamorada, ni tampoco sobre una escena de amor. Me gustaría hablar de las oportunidades; Las personas, tenemos un grabe problema con eso. Esperamos de los demás más de lo que deberíamos, y ese es el motivo por el cual, nos acaban decepcionando siempre. A mi, al menos, me ha pasado muchas veces. ¿Que ocurre entonces? Nos comemos la cabeza. Le damos vueltas una y otra vez. Nos preguntamos y/o convencemos al fin, de quien ha sido la culpa. Pensamos si la mejor opción es pedir perdón por algo que no es culpa tuya, o quizá te planteas la posibilidad de ser la culpable de todo. Entonces esa persona, la que te ha fallado, te pide una segunda posibilidad. Te promete que no volverá  pasar lo de la última vez, que ha cambiado, o que es una situación completamente distinta. Pero la cosa no acaba ahí, no, no...¡Vuelve a pasar lo mismo! Y encima... ¡Te vuelve a decepcionar la misma persona! ¿Que es lo peor de todo? Que nos vuelve a pedir perdón, y nosotros volvemos a caer de nuevo en el mismo lugar, volvemos a tropezar con la misma piedra. Intentamos pensar que esa persona a cambiado, y ese es el problema. De un día para otro, una persona no se convierte en otra. Igual que esas piedras con las que solemos tropezar por la calle, no cambian de forma. 

viernes, 23 de septiembre de 2011

Es una tarde fría, una tarde de lluvia. No tengo ganas de quedarme en casa. Jamás me había sentido así, tan mal. Me dirijo a la biblioteca municipal, el lugar perfecto para pensar, para estar en silencio. Me siento en la silla de la mesa más apartada, necesito estar sola un rato. En mi mente aparecen las secuencias de la discusión que hacía apenas unas horas, habíamos tenido. Es entonces, cuando todavía me siento peor. Las lagrimas empiezan a acudir a mis ojos, con un suspiro intento retenerlas. Saco una de las muchas libretas, y le arranco una hoja de papel. Cualquier bolígrafo me sirve. Solo quiero desahogarme sin hablar, decir sin que nadie escuche.

Tengo miedo. Todo esto para mi, es un camino totalmente desconocido. Si, claro que quiero seguir adelante, quiero afrontarlo contigo y permanecer a tu lado, pero también necesito tiempo. ¿Para que? Para acostumbrarme a necesitarte, a buscar tu ayuda, a echarte de menos cuando no pasemos una tarde juntos... Necesito acostumbrarme a ansiar tus besos, a querer tus caricias más que cualquier otra cosa, a tenerte ahí para las buenas, y también para las malas. Tengo que acostumbrarme a estar enamorada. Quizá la culpa de todo, haya sido mía. Si así es, la asumo. Pero, para mi no ha cambiado absolutamente nada. Te sigo necesitando igual o más que antes. Supongo que ahora me he dado cuenta de eso y por eso tengo miedo. La idea de que en cualquier momento desaparezcas o te vayas, me destroza. Mi felicidad depende de ti. Tienes el poder de hacerme la chica más feliz del mundo, pero también tienes el poder suficiente como para hacer todo lo contrario. Temo no estar a la altura. Me aterra quererte como lo hago, sin embargo, no puedo evitarlo. 
Miro por un instante cada palabra escrita en esa carta. Tengo las mejillas empapadas, pero me da igual, no me importa. Me maldigo una y otra vez, soy una estúpida, lo sé. Cojo la hoja de papel y la rompo a mil trozos, los agrupo en un montón y los tiro a la basura. Soy demasiado orgullosa como para darte esa carta. Tomo mi chaqueta y salgo de allí. Ya no llueve, sin embargo, hace todavía más frío que antes. Empiezo andar, mi móvil empieza a sonar. Eres tú. Sin pronunciar palabra, contesto a la llamada. Todo mi cuerpo se estremece al escuchar tus palabras- Lo siento mucho, amor- Sonrío- Yo también lo siento, no sabes cuanto...- Se nota un poco más de tranquilidad al otro lado- Te quiero- Me doy cuenta de otra cosa en aquel momento, no importa tener miedo, siempre que lo acabes afrontando. Y yo sé, que contigo, puedo afrontar cualquier cosa.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Esta lloviendo y hace frío. Estoy sentada en el ventanal de mi dormitorio, observando la calle. Las aceras mojadas, el viendo azotando las ramas de los arboles. Llevo el jersey más grueso que tengo, es de un color gris, a conjunto con el tiempo. Mi pelo está recogido en un moño mal echo, y mi cara... mejor no hablemos de ella. Tengo entre las manos, una taza de chocolate caliente. Escucho, de fondo, como la música se mezcla con el sonido del agua al caer. Me da la sensación de que el mundo está vacío, de que solo existo yo. ¿Parezco egoísta? No, no es lo que pensáis, ni mucho menos me considero la persona más importante del mundo, más bien, todo lo contrario. Me siento sola. No hay nadie por la calle, nadie se ha molestado en llamar, y estoy sola en casa. Sin embargo, no me importa. Lo necesito. Necesito poder llorar sin vergüenza, sin tener que dar explicaciones a nadie. No explicar los motivos por los cuales, mi corazón esta roto a pedazos. Intento no culpar a nadie, pero que demonios, tú tienes la culpa. Las lagrimas no dejan de deslizarse por mis mejillas, mientras en mi mente, solo estas tú. Si, te has ido, te has ido para no volver. ¿Hay algún motivo? Quizá me has dejado de querer, te has cansado de mi, o quizá has encontrado a otra mejor. ¿Sabes lo peor? Si, si... Peor de no saber porqué te has ido... Que me has echo sentir como una mierda, la peor persona del mundo... Me has echo pensar, que no he estado a la altura, que no te he querido de la mejor forma, y que la culpa de que todo haya salido mal, de que haya terminado, ha sido culpa mía. ¿No crees que he luchado? ¿Que he luchado por ti como nadie? Pensaba que todo estaba bien entre nosotros, y del día a la mañana, todo cambió. Pero es que encima, lo que más me molesta, es que espero que vuelvas. Sigo manteniendo la esperanza de que vengas a buscarme. ¿Porqué? No lo sé, no te lo mereces, la verdad. Pero, sin embargo, no puedo dejar de quererte. Deseo, con toda mi alma, que te arrepientas, de que te des cuenta de que al igual que yo, tú no puedes vivir sin mi, de que regreses y me digas lo mucho que me has echado de menos, lo mucho que me quieres. Y que me pidas que te perdone. En el fondo, muy en el fondo se que eso nunca ocurrirá, tengo que aceptarlo, pero... Ahora mismo, no me siento capaz.
Es tan fantástico, que me cuesta creer que sea real. Pensarás que estoy loca, y quizá lo esté, pero es que nunca me había sentido así, jamás creí poder sentirme de esta manera. Había oído hablar mucho sobre el amor, lo que es, lo que conlleva... pero nunca lo había palpado. Sin embargo, creo que ha llegado el momento de hacerlo, es mi turno. No diré que estoy tranquila, porque no lo estoy. Tengo miedo, mucho miedo. De golpe, él se ha convertido en una parte esencial de mi vida, de mi. ¿Te lo puedes creer? Ahora mismo, sin él, no podría seguir adelante, no podría afrontar los problemas, me derrumbaría a la primera de cambio. Puedo asegurarte, que nunca me he sentido protegida, pero cuando estoy con él, cuando me abraza, cuando me tiene entre sus brazos, me da la sensación de que nada malo puede ocurrirme, ni a mi, ni al resto del mundo, me siento segura. Cuando me encuentro mal, o cuando algo me da vueltas y vueltas a la cabeza, y no deja de preocuparme, él, con tan solo mirarme ha los ojos, me comprende y hace que me sienta mejor. ¿Me entiendes? Ahora, no solo quiero sus besos, los necesito. Cada vez que sus labios se rozan con los míos, a mi corazón le da un vuelco, es... es como si un volcán explotara, ¿sabes? Y cuando me acaricia, me da la sensación de que soy como una de esas muñecas de porcelana, tan blancas y tan perfectas, pero sobre todo, delicadas. Me hace sentir la mujer más feliz del mundo por tenerle, pero también, me demuestra cada día, que es él quien más afortunado se siente, y todo, por tenerme a mi. No se avergüenza de estar conmigo, desea gritarlo al mundo, y lo hace. Jamás me ha costado decirle lo que siento, y puedo repetirle mil veces que le quiero, porque él, mil veces más me responderá que él me quiere más, aunque quizá eso no sea cierto. Nos definen, como dos gotas de agua, y a veces, si que me siento así, como si fuéramos perfectos el uno para el otro. Creo, que es eso lo que es estar enamorada... y si no es así diré, que de todas formas, me encanta sentirme de esta manera.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Me preguntan a menudo como supero el día a día sin tu compañía. ¿Sabes que? No tengo una respuesta, no sé muy bien que contestar. Podría inventarme miles de excusas, miles de motivos por los cuales, sobrellevo la distancia que nos separa. Puedo explicarles, que lo que siento por ti es más fuerte que los kilómetros, que nos vemos los fines de semana, y que eso me basta… El problema, es que… eso no es del todo cierto. No me conformo solo con verte un par de días, ni tampoco el hablar contigo solo por teléfono. No quiero echarte de menos… quiero, necesito que estés aquí, a mi lado. Cada día… Pero, supongo que el destino, ha hecho que no sea así. Nuestra relación, es una relación difícil, nos toca superar algo que a las demás parejas no les toca, y es esta maldita distancia que hay entre el uno y el otro. Pero, puedo decirte, con toda seguridad, que a pesar de todo, lucharé. Lucharé para que todo esto salga bien. Lucharé contra la distancia, contra cualquier cosa. Lucharé porque te quiero. Y lucharé sobre todo, porque por ti, vale la pena luchar.


Encargo para: Noelia Parra.
Había una vez un joven peculiar, tenía tres amigos, a los cuales, nunca les iba a fallar. Los más guapos del mundo, se hacían llamar. Y así la gente, les empezó a halagar. Se preguntaron si a caso, tenían alguna enfermedad, pues nadie en belleza les podía superar. Muchos chicos, les querían alcanzar, pero ni a la suela del zapato, les podían llegar. Un día con tres chicas, se empezaron a juntar. Y las otras chicas se morían por estar en su lugar. Entre bromas y bromas, cada día, disfrutaban más, y el mejor grupo de amigos, se empezó a formar. Y así, la eternidad les recordará, como los masgua. 


Encargo para: Julian Nuñez.

martes, 13 de septiembre de 2011

Era otoño. Nueva York. Central Park. Era un día de esos, en el que te sientes fuera de lugar, como si no encajaras en ningún sitio. El día había sido largo, duro, pero sobre todo, intenso. Necesitaba desconectar del mundo durante un rato. ¿El mejor lugar para eso? Sin duda alguna, Starbucks. Acompañada de un buen café y disfrutando de un buen libro. Se levantó del banco en el que estaba sentada, había estado observando a la gente pasar, todo el mundo parecía feliz, sin problemas por los cuales preocuparse, sin asuntos que arreglar, sin compromisos. Ella, sin embargo, tenía mil cosas en la mente… ¿Una de ellas? Él. Se adentró al local, dejando que el calor la invadiera, pues fuera, hacía frío. Subió las escaleras y se acomodó en uno de los sillones, después de haber pedido su café. Sacó el libro de su bolso, dejándolo en la mesa. Se quitó la chaqueta, el gorro y los guantes y los dejó a un lado. Si, estaba lista para irse a otro lugar, para abandonar el mundo durante unas horas. Minutos más tarde… apareció. Le sonrió, esa sonrisa tan perfecta, que durante semanas, le quitaba el sueño. Se sentó en la mesa de al lado. Ella lo miró, y se sonrojó instantáneamente, sin poder evitarlo. ¿Cómo un completo desconocido la podía hacer sentir así? No, ya no era ningún desconocido. La mirada de él, iba de su libro a ella, y de ella a su libro. Y la mirada de ella, hacía el mismo recorrido pero con él. En aquel momento apareció el camarero, el cual detuvo el cruce de miradas- Señor, aquí tiene su pastelito- Dijo con una sonrisa gentil. El chico, le miró extrañado- Disculpe, pero… yo no lo he pedido- Se disculpó algo confundido- No, he sido yo. Es… para mi- Ella levantó la mano, captando la atención de ambos chicos. El joven hizo un gesto al camarero para que se retirara, y cogió el pastelito, junto a sus cosas. Se acercó a su mesa y dijo- ¿Puedo sentarme?- Ella con una sonrisa asintió, cerrando el libro y dejándolo a un lado. Él, con cuidado, deslizo por la mesa el plato- Entonces, esto es tuyo- Afirmó. El destino les había unido por fin. Estuvieron hablando durante horas, hablaron un poco de todo, tranquilamente. Decidieron salir a dar un paseo por Central Park. Él la sorprendió, tomándola de la mano. Mientras andaban, cantaban, seguían hablando y se reían. La gente les miraba con interés. Parecía que nada más les importaba, como si el mundo fuera suyo, de ambos. Él la detuvo, mirándola a los ojos, con esa sonrisa que tanto le gustaba- No sé como… quizá no te conozco lo suficiente como para decir esto, pero… Estoy convencido, que eres el amor de mi vida.