domingo, 6 de noviembre de 2011


Estaban en un cualquier portal, de cualquier edificio. Se había puesto a llover justo en aquel momento. Ambos se reían, no llevaban paraguas y habían tenido que correr para llegar sanos y salvos a un sitio seco, al menos un poco. La miró a los ojos, todavía sonreía. Que guapa era. Nunca se hubiera imaginado que todo aquello terminara así. Que la tuviera a su lado, que la quisiera como la quería. La tomó de la mano y se detuvo en mitad de la calle. Ella le miró con los ojos abiertos, no entendía nada, nada en absoluto. -¿Que haces? ¿Te has vuelto loco? Está lloviendo. Nos vamos a empapar. -Uno de tus sueños es un beso bajo la lluvia. Mi sueño es cumplir los tuyos- La besó. No les importaba el agua, ni que se estuvieran mojando de arriba a bajo, ni que seguramente al día siguiente ambos estarían resfriados a mas no poder. No les importaba que fuera de noche, ni que los coches pasaran y les miraran como si la locura se hubiera apoderado de ellos. Estaban allí, los dos juntos. Y eso fue lo único que les importó. -¡Te quiero!- Le susurró él con una sonrisa. Y la abrazó con fuerza.



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