domingo, 18 de septiembre de 2011

Esta lloviendo y hace frío. Estoy sentada en el ventanal de mi dormitorio, observando la calle. Las aceras mojadas, el viendo azotando las ramas de los arboles. Llevo el jersey más grueso que tengo, es de un color gris, a conjunto con el tiempo. Mi pelo está recogido en un moño mal echo, y mi cara... mejor no hablemos de ella. Tengo entre las manos, una taza de chocolate caliente. Escucho, de fondo, como la música se mezcla con el sonido del agua al caer. Me da la sensación de que el mundo está vacío, de que solo existo yo. ¿Parezco egoísta? No, no es lo que pensáis, ni mucho menos me considero la persona más importante del mundo, más bien, todo lo contrario. Me siento sola. No hay nadie por la calle, nadie se ha molestado en llamar, y estoy sola en casa. Sin embargo, no me importa. Lo necesito. Necesito poder llorar sin vergüenza, sin tener que dar explicaciones a nadie. No explicar los motivos por los cuales, mi corazón esta roto a pedazos. Intento no culpar a nadie, pero que demonios, tú tienes la culpa. Las lagrimas no dejan de deslizarse por mis mejillas, mientras en mi mente, solo estas tú. Si, te has ido, te has ido para no volver. ¿Hay algún motivo? Quizá me has dejado de querer, te has cansado de mi, o quizá has encontrado a otra mejor. ¿Sabes lo peor? Si, si... Peor de no saber porqué te has ido... Que me has echo sentir como una mierda, la peor persona del mundo... Me has echo pensar, que no he estado a la altura, que no te he querido de la mejor forma, y que la culpa de que todo haya salido mal, de que haya terminado, ha sido culpa mía. ¿No crees que he luchado? ¿Que he luchado por ti como nadie? Pensaba que todo estaba bien entre nosotros, y del día a la mañana, todo cambió. Pero es que encima, lo que más me molesta, es que espero que vuelvas. Sigo manteniendo la esperanza de que vengas a buscarme. ¿Porqué? No lo sé, no te lo mereces, la verdad. Pero, sin embargo, no puedo dejar de quererte. Deseo, con toda mi alma, que te arrepientas, de que te des cuenta de que al igual que yo, tú no puedes vivir sin mi, de que regreses y me digas lo mucho que me has echado de menos, lo mucho que me quieres. Y que me pidas que te perdone. En el fondo, muy en el fondo se que eso nunca ocurrirá, tengo que aceptarlo, pero... Ahora mismo, no me siento capaz.

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