martes, 25 de octubre de 2011

La detuvo. Con cuidado, pero firme, la tomó del brazo. La miró a los ojos, los cuales derramaban lagrimas. Agachó la cabeza. Había sido un idiota. Tiró un poco de ella para acercarla y la abrazó. ¿Que había echo? Se lo había buscando, sin embargo, no estaba dispuesto a perder lo que más le importaba en el mundo. Con suavidad alzó su barbilla, era tan guapa... incluso cuando lloraba. Ella, ella había cambiado su vida por completo. La había conocido por casualidad, un error que había juntado sus destinos. Él, había sido tan tonto... La había vuelto completamente loca. Ahora si, ahora no. Ahora te quiero, ahora no. Ahora me acerco, ahora me alejo. Pero... se había dado cuenta en el momento oportuno. A partir de aquel momento, no podía vivir sin ella. No, no era perfecta, como todo el mundo, tenía sus defectos. Pero, aquello era lo que la hacía especial. Sus mejillas seguían empapadas, y eso le rompía el corazón. Había sido su culpa, otra vez. No había sido capaz, al menos hasta aquel momento, de hacer las cosas como debía. Todo lo que sentía, tenía que demostrárselo, tenía que recordarse-lo cada día, pero no lo hacía. Tenía tantas cosas que decirle... Sin embargo, al tenerla delante se quedaba completamente en blanco, sin saber que decir. De nuevo, en el momento oportuno se dio cuenta; Iba a perder-la. Acarició con suavidad su piel, la miró fijamente a los ojos y le mostró una sonrisa. Dio un paso adelante, acercándose un poco más a ella, y la besó en los labios. Un ligero beso que decía todo lo que siempre había callado. Se separó un instante- Eres el amor de mi vida- Ella le miró a los ojos, y entre lagrimas, esta vez de emoción, sonrió. Sus labios de nuevo se unieron. Aquello le había demostrado mucho más, que cualquier frase que pudiera pronunciar.

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