sábado, 10 de diciembre de 2011

Llegué a un punto en el que pensé que estaba vacía. De golpe, la capacidad de sentir, de llorar, de reír… había desaparecido. Ya no la tenía. No era capaz de reaccionar ante los sentimientos, o tal vez, lo que hacía era ignorarlos simplemente. El miedo no existía, ni tampoco la inquietud ni la alegría. Y mucho menos el amor.

Eso tenia sus ventajas, nadie volvería ha hacerme daño, ni tendría el poder de hacerme llorar. El problema fue, que nadie era capaz tampoco de hacerme sonreír. Cuando pensé que mi vida ya no tenía sentido por ese motivo, porque mi corazón se había congelado… Llegaste tú. Lo cambiaste todo. Fuiste capaz de hacer que mis piernas temblaran, de que mostrara la mejor de mis sonrisas y convertiste ese corazón de hielo en un volcán con lava.

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