sábado, 12 de noviembre de 2011

Recuerdo aquel primer beso. Aquel inesperado, pero perfecto beso. Recuerdo la ropa que llevaba yo, la ropa que llevabas tú. Como me sentí y lo que pasó en aquel preciso instante por mi cabeza. Jamás podría olvidarlo. Recuerdo la música que sonaba, el olor de tu casa, el tacto de tu sofá. Recuerdo lo nerviosa que estaba, como me temblaban las piernas y el nudo que tenia en la garganta. Lo callados que estábamos los dos, el sonido de la lluvia en el exterior, y la luz de la chimenea delante de nosotros. Recuerdo como me levanté para ir a por un vaso de agua, y recuerdo también como me tomaste del brazo, haciendo que cayera en tus rodillas y que mis labios se juntaran con los tuyos, en un beso. En un dulce y precioso beso. A partir de ahí te convertiste en lo mejor que había tenido, en lo más importante de mi vida. Cada momento que pasaba a tu lado, hacía que todo lo demás desapareciera. Solo existíamos tú y yo. Los primeros meses pasaron, y pensaba que nada podía ir mejor. Pero no fue así, tú hiciste que lo fuera. El primer viaje juntos, lo especial que fue. Paris, la ciudad de la luz, de la moda y del amor. Si, éramos dos enamorados. ¿Cómo quieres que no lo recuerde? Tú has sido y serás siempre el primero. El amor de mi vida. Pero hay un pequeño detalle que no podemos olvidar, un problema que no tiene ninguna solución. Nada dura para siempre, todo llega a su fin algún día. Por mucho que no nos guste, las cosas son así. Es cierto, fueron los años más felices de mi vida. Pero… ¿Y que? No puedo pretender que ese sea mi destino cuando no lo es. Ha llegado la hora de dar un paso adelante y de pasar página. Tengo que dejar que todos esos momentos se conviertan en eso, en bonitos pero simples recuerdos.

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