domingo, 20 de noviembre de 2011

“I was born to be somebody, and nothing will never gonna stop me”. Estaba tumbada en su cama, con los auriculares y con la música a todo volumen. ¿Se había rendido? Así era. Siempre había luchado por su sueño; Cantar. Pero sentía que nada había valido la pena. ¿Por qué? Porque si fuera así, estaría encima de un escenario, y no en su casa un sábado por la noche. Claro que era consciente que no lograría nada allí estirada, pero no tenía fuerzas para seguir derrumbándose, cayéndose ni tropezando. No aguantaba más aquel vacío en el pecho que sentía cada vez que era rechazada en una audición. Ni las noches que se pasaba en vela pensando en que debía mejorar. O que canciones debería cantar para gustar más a los jueces de las pruebas. Sus ojos empezaron a llenarse de lagrimas, ella era capaz, pero… En aquel momento sonó su móvil, un SMS. Una sonrisa se dibujó en sus labios, se levantó sin pensarlo dos veces, se arregló y salió por la puerta. Dispuesta a brillar.

Todo estaba oscuro, no podía ver nada. Escuchaba la respiración y los susurros de la gente. La expectación reinaba en el ambiente. El corazón le latía a mil por hora, estaba nerviosa; sin embargo, la emoción le recorría por todo el cuerpo. En aquel instante el foco se encendió y la gente empezó a aplaudir y a gritar con fuerza. Su mano se colocó con cuidado encima del micro y empezó ha hacer lo que mejor sabía. La gente bailaba, saltaba, cantaba y gritaba su nombre. Allí, encima del escenario se sentía bien, como si estuviera en una nube, a metros y metros del suelo. Terminó la canción, y empezó otra. La gente quería más, y ella estaba encantada de ofrecerles todas las canciones que ellos quisieran. Entonces, entre la gente, entre la multitud le vio. Allí estaba él, entre el publico. No pudo evitar recordar aquel mensaje: “Amor, rendirte no se te da bien. Levántate de la cama, quítate el pijama y sal ha hacer lo que tienes que hacer. Hay algo que todavía tienes pendiente, tienes que demostrarles a todos lo muchísimo que vales. Puedes conseguirlo, no estás sola. Tú y yo… siempre contra el mundo, ¿recuerdas? Te quiero” Esas palabras habían sido el motivo por el cual no se había quedado aquella noche de sábado encerrada en su habitación. Y gracias a ello había conseguido cumplir su sueño, había echo realidad el mayor de sus deseos. Con él había luchado, con él había cumplido su destino; porque ella, había nacido para ser alguien, y gracias a él, nada la había detenido.

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