sábado, 10 de diciembre de 2011


Te levantas un día sin ganas de hacer nada, sin intención de hablar con nadie. Te encierras en tu habitación, los cascos, la música y te dispones a desaparecer una vez más. Total, ¿Qué más da? Nadie se da cuenta. No notan tu ausencia y al fin eso es algo que acabas aceptando. Pero no puedes culpar a los demás, pues tú tienes parte de culpa. Tienes que hacerte notar, pisa fuerte, grita si es necesario. Haz que te vean. Y llegará un día en el que alguien no te quitará ojo. Y que para esa persona tu ausencia, será el fin del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario