miércoles, 22 de febrero de 2012


Solía escribir textos de amor. Cualquier situación con un final feliz. Era facil, ¿sabes? Imaginaba en mi cabeza cada momento, cada sentimiento, cada sensación... y lo único que tenía que hacer, era plasmarlo en una hoja; Coger un lapiz y empezar a contar una historia. Lo que yo escribía, eran deseos. Conocer a ese chico especial, ese al que llevas esperando demasiado tiempo y que es incluso mejor de lo que hubieras podido imaginar. Darte cuenta de lo mucho que tenéis en común, el poder hablar durante horas sea de lo que sea, sobre cualquier cosa y que así, las horas pasaran volando. Esa sonrisa instantanea al verle y la conexión al cruzar una mirada. Echarle de menos al no verle durante una semana, esos mensajes de texto recordandote que esta ahí y que al igual que tú, él también tiene ganas de verte. Una caricia que hace que te sonrojes y que sientas un cosquilleo en la tripa, que se te acelere el corazón y que te quedes totalmente en blanco sin saber que decir, pero que en realidad... nadie espere que digas nada. Esa discursión que termine con un inesperado beso en los labios, un abrazo y un; "Me encantas". Conversaciones hasta las tantas de la noche y esas despedidas interminables. Incluso esos tontos celos, y el dolor. Aquel miedo a perderle y la inseguridad de no estar a la altura. Si, podía escribir sobre eso porque era lo que dentro de mi, esperaba que algún día me sucediese. Eso es lo que a mi me hubiera gustado tener. Pero no fué así, y supongo que ese es el motivo por el que ya no escribo. Después de conocer al chico al que todavía no he logarado verle ningún defecto, después de habalar con él durante horas de cualquier cosa, de esas miradas, de ese cosquilleo en la tripa y de no tener palabras para explicar lo que me pasaba, él desapareció. Se desvaneció como el azucar se acaba deshaciendo en el café, y lo que yo creía que era mi historia, se quedó en una hoja de papel, llena de recuerdos, lista para ser tirada a la basura. Lista para ser olvidada. Y creedme, me gustaría ser capaz de sacar de mi cabeza todo eso y poder volver a empezar, volver a escribir sobre esas chicas con su final feliz, pero no puedo. Porque cada vez que intente imaginarme un bonito momento, me acordaré de él. Y no puedo perimitirme el hacerme más daño... Porque si, él era y es el protagonista de mis historias.

jueves, 2 de febrero de 2012

Pensé que te habías esfumado de mi vida. Habías salido de mi mente sin dejar ningún tipo de rastro, habías desaparecido por completo. Podía seguir adelante, preparada para cualquier cosa, dispuesta a afrontar todo lo que pudiera venir. Estaba segura de que me había hecho fuerte. La suerte me acompañaba…Un chico guapo había fijado sus ojos en mí, llamaba mi atención y lo teníamos fácil. Podíamos conseguir cualquier cosa, ser lo que quisiéramos, hacer planes para ambos. Habría sido una bonita historia, si… podría haberlo sido. ¿Sabes que lo estropeó todo? ¿El problema? Que a pesar de seguir adelante, de haber pasado pagina… Tú seguías en mi cabeza. Tú y yo no habíamos tenido nada fuera de lo normal, nada importante. Pero tú me hacías sentir de una manera… de una manera inexplicable. Verte provocaba en mí una sonrisa instantánea, no podía evitarlo. Hablar contigo durante horas y que me parecieran minutos. Confiar en ti, sin tener ningún seguro. Una simple caricia tuya podía volverme completamente loca, podía hacer que todo se volviera borroso, que solo importara el hecho de que tu piel se deslizara sobre la mía en ese dulce gesto. Quizá esperaba que él me hiciera sentir igual, o de una manera mucho más especial. Pero no lo hacía. Se acabó por ese motivo, porque él, a diferencia de ti, no hacía sentirme única. 
Siempre he sido una chica decidida, segura y con la cabeza en su sitio. Hasta ahora, solo existían los estudios, centrarme y esforzarme para tener un gran futro. ¿Sabes? Tenía un plan, un plan en el que tú no aparecías. Por primera vez en mi vida, me he quedado en blanco y sin palabras que decir. Ha sido la primera vez que mi estomago ha sentido esas mariposas, en las que yo, ni siquiera creía. He sentido miedo de perder, porque no tengo asegurada la victoria. Esperaba que mi vida empezara al llegar a lo más alto, sin darme cuenta que su inicio fue cuando centre mi cabeza en otra parte. En mi vida ha caído una bomba, y entre la cortina de humo, solo le puedo ver a él. El motivo por el que todo es distinto ahora, por lo que todo ha cambiado... Él, él es ese motivo. No tenía planeado sentir lo que siento, pensar lo que pienso y actuar como normalmente actúo. Necesitarle, echarle de menos, enamorarme. No lo había previsto… Pero me da igual. Él ahora, es lo único que me importa.

Colaboración de; Celia Jurado