Ya desde el minuto uno en el que nacemos, nos están dando lecciones. Camina
poco a poco para no caer. Aprende de tus errores, que éstos se conviertan en
algo bueno en tu vida. A lo loco lo bueno dura poco, sin embargo, las mejores
personas acaban siendo las que cometen locuras. Si juegas con fuego te quemas. Lucha
por lo que quieres, no te rindas. La familia es la que toca, a los amigos los
elegimos. Y mil frases más que todos habremos escuchado alguna vez a lo largo
de nuestra infancia, adolescencia, o madurez. Sin embargo, y a pesar de que
creemos saber cómo actuar en cada momento, nada de eso nos sirve hasta que
realmente tenemos que enfrentarnos a una situación. Es decir, por mucho que hayamos
escuchado que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma
piedra, nosotros debemos tropezar mil y una para saber que es cierto. Tenemos
que comprobar, que todo lo que nos han advertido durante años, es al fin y al cabo, una realidad.
Eso conlleva a una serie de cosas. A hacernos daño al caer. A intentar
aprender de nuestros fallos. A apreciar el tiempo, pues al final se acaba.
Dejar la locura para los momentos adecuados, o vivir siendo un loco. Que el
fuego es peligroso. Que a veces rendirse, es la mejor opción. Y que para
rendirse, antes se debe luchar. Que la familia al fin y al cabo, es la que está
ahí te guste o no, y que los amigos a veces te fallan. Y que tropezaremos una y
otra vez antes de darnos cuenta de que la vida consiste en eso. En levantarte una
y otra vez a pesar de todos los tópicos, y en comprobar por ti mismo la cruda
realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario