¿Sabéis? Tenía intención de escribir un increíble texto. Quería redactar
como no lo había hecho antes para demostrarme a mi misma que no había perdido “eso”.
Cuando empecé con este proyecto, simplemente me imaginaba cosas que jamás
sucederían… Me inspiraba con películas, libros, con situaciones en las que todo
el mundo, en algún momento de su vida, ha soñado encontrarse. Sin embargo, ya no me sale escribir sobre una chica que se ha enamorado y no sabe cómo actuar
ante ese sentimiento de inseguridad que te inunda cuando te encuentras delante
de la otra persona, o el dolor que proporciona el miedo a la soledad. ¿Por qué?
Porque no soy yo. Y no quiero parecer una egocéntrica. Ni mucho menos pienso
escribir acerca de mi persona (nada menos interesante, por favor). Pero me
gustaría plasmar el mundo mediante mis ojos, y no unos ajenos. Me he propuesto
escribir sobre cualquier cosa que llame mi atención, cualquier opinión, interés,
sentimientos, ideas, inquietudes. Quiero ser yo, dejando de fantasear y centrándome
en la vida real.
Y por todo lo anterior, quiero hablaros de los colores. Es curioso como
plasmamos nuestro estado de ánimo mediante los tonos que elegimos a la hora de
vestirnos. Puede ser cierto o no, pero se dice que cuando uno está contento
suele ir con tonalidades más vivas: rojos atrevidos, verdes esperanzadores y
amarillos resplandecientes (o imposibles de mirar, depende). Aquí os planteo mi
duda, ¿Por qué cuando estamos tristes los colores suelen ser el negro y el
gris? Y pensaréis, desde hace muchos años, el color negro se ha utilizado para
los funerales en los cuales te despides de alguien querido y todo eso, si. Pero…
¿y el gris? ¿Qué tenemos en contra del gris? Vale que es más discreto y todo
eso, pero es que ya no solo se trata de los colores en sí… ¡Los colores
influyen en nuestros propios sentimientos! No solo en nuestro armario, no. El
día está tapado (sinónimo de nubes/tormentas), ya es un día gris, día que no
apetece salir, día en el que estas más sensible, etc. ¿¡PORQUE!? A mí me gusta
la lluvia, me gusta verla, sentirla, escucharla. Quizá soy yo la rara, pero a mí
me relaja. ¿Y no va de eso la vida? ¿De
intentar convertir lo malo, en algo mejor? ¿Por qué dejamos entonces que las
etiquetas, ya no sobre las personas y demás, sino de los colores, los días, nos
afecten tanto? ¡SALGAMOS A BAILAR BAJO LA LLUVIA! No todo es de color gris… y si lo es, ¿Qué más da?
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