martes, 29 de enero de 2013

Me pregunto si realmente hay que perdonar para poder olvidar. Si se pueden hacer ambas cosas. O si, la gente que olvida tan fácilmente es que no está tan dolida como para tener que perdonar nada. Quizá no les importa lo suficiente como para pararse a pensar si en algún momento podrán olvidar-lo. Simplemente, porque ya lo han hecho. Personalmente, soy una persona a la que le cuesta mucho confiar en la gente, no me preguntéis porque. Pero prefiero andar con pies de plomo. Sin embargo, puedo llegar ha hacerlo. Puedo confiar plenamente en una persona y llegar a contarle mis secretos mejor guardados. Una vez, esa confianza se rompe, cuando me decepcionan, me pregunto: Si esa persona ha sido capaz de venderme una vez, de fallarme, o de poner cualquier otra cosa por delante de mi... ¿Porque no lo hará de nuevo? Si ya ha ocurrido una vez, ¿que me asegura que no volverá a ocurrir? 
Por otro lado, todos cometemos errores, si. Y ese es el motivo por el que soy capaz de perdonar a una persona que me ha hecho daño, pues a mi me servirá para poder seguir adelante. Dejar que las heridas cicatricen  se suele decir. En cambio, no puedo ni quiero olvidar. No puedo volver a confiar, porque creo que la confianza se da solamente una vez. O la tomas, o la dejas. A mi esos pies de plomo me pesan demasiado como para dejarlo pasar y volver a caer otra vez en la misma piedra. Puedo dejarla a un lado, pero no volver a pisarla. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario